Padre,
Tú que me has llamado al desierto para hablarme al corazón,
Tú, contra quien he luchado y me has vencido,
haz que tenga el valor de dejarme amar por Ti,
de dejarme contemplar por Tu mirada penetrante y creadora.
Ven a mí con el fuego de tu Espíritu Santo.
Configúrame con tu Hijo Jesucristo en los misterios de su historia
de encarnación, muerte y resurrección.
Que me lleve a la frescura de las fuentes
donde descanse mi cansancio y mi dolor.
Que tu Espíritu me inunde de escucha acogedora
como hizo un día en la Virgen Madre María.
Entonces sabré que estoy en Ti y Tú estás en mí con tu Hijo.
Amén ¡Aleluya!
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