Ya en sus apariciones en Fátima enseñaba a los niños el valor de la
adoración y cómo la respuesta al amor de Dios tiene valor de redención. Tal el
significado de la oración dada a los pastorcitos: "Dios mío, yo creo en Ti, te
adoro, confío en Ti, espero en Ti y te amo. Te suplico que perdones a los que no creen en
Ti, no te adoran, no confían en Ti, ni esperan, ni te aman".
Por medio del ángel de Fátima recordamos que la adoración libera el
poder de Dios para la conversión del mundo. El mismo ángel, al presentarle a los tres
niños el cáliz y la Sagrada Forma, les hizo repetir : "Santísima Trinidad,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te adoro profundamente, te ofrezco el santísimo cuerpo
de Jesucristo, su preciosísima sangre, alma y divinidad presente en todos los
tabernáculos del mundo en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencia con
que se te ofende. Por los infinitos méritos del Sagrado Corazón de Jesús y del
Inmaculado Corazón de María te suplico la conversión de todo el mundo".
Postrados en adoración los niños veían la sangre colar de la Hostia en señal del
divino sacrificio reparador de las ofensas inferidas a Dios y de la gracia de conversión
que descendía para salvación de las almas.
En
muchas otras apariciones, la Virgen Santísima recuerda la verdadera y real presencia del
Señor en la Eucaristía y la importancia de la adoración. Así, en San Nicolás dice: "Debe
ser el Señor único centro de adoración de sus fieles. Es ésta una invitación para
adorar a Jesús eucarístico, ya sea con la oración o en solemne silencio. El Señor
está allí presente y llega a los corazones anhelantes de su amor. Renovad diariamente,
tanto externa como interiormente, este acto de ofrecimiento, como reparación por las
almas infieles, por los que, por ignorancia, viven apartados de Dios. Adorad a Jesús y su
gracia os envolverá. ¡Alabado sea su Santo Nombre!" (mensaje 1535).
En Medjugorje varias veces se refiere a la adoración. En
sus mensajes nos dice: "Adoren al Santísimo sin interrupción",
"Enamórense de Jesús en la Eucaristía", "Cuando los fieles adoran al
Santísimo reciben grandes gracias y yo siempre estoy allí, junto a ellos en adoración a
mi Hijo".
Los grandes santuarios marianos centran su espiritualidad
en el culto eucarístico. Entre otros recordemos a Lourdes, Medjugorje, San Nicolás.
En Medjugorje surgieron
comunidades religiosas que centran su vida en la adoración y propenden a la
adoración perpetua.
El Santo Padre, en su encíclica Incarnationis
Mysterium, dice: "Durante 2000 años la Iglesia ha sido la cuna en la que María
coloca a Jesús y lo entrega a la adoración y contemplación de todos los pueblos. Que la
humildad de la Novia haga que brille aún más la gloria y el poder de la Eucaristía, la
que Ella celebra y atesora en su corazón".
La Adoración Perpetua hace, de Cristo, Rey y trae su
Reinado sobre la tierra. Él prometió: "Reinaré en cada corazón, en cada hogar,
en cada país del mundo entero. Reinaré por el amor omnipotente y todopoderoso de mi
Corazón Eucarístico". Como dice el P. Martin Lucia, misionero de la Adoración
Perpetua: "En eso consiste el triunfo del Corazón Inmaculado que la Santísima
Virgen profetizó en Fátima".
Padre Justo A. Lofeudo
Misionero del Santísimo Sacramento