28 nov 2012


27 de noviembre, Virgen de la Medalla Milagrosa
140, Rue du Bac en París. Allí estuvo la Virgen.
Este es el lugar exacto donde la Madre de Dios se apareció a una joven novicia de 24 años, Catalina Labouré, en la noche del 18 al 19 de julio de 1830. Catalina fue despertada en medio de la noche por un niño de unos cinco años que le invitó a seguirle hasta la capilla del convento de las Hijas de la Caridad. ¡Allí estaba la Virgen María! Con gran confianza Catalina se arrodilló a los pies de la Virgen y apoyó sus manos sobre las rodillas de ésta. 

La Virgen le habló de las calamidades que pronto caerían sobre Francia y sobre todo el mundo: el trono sería derrocado; el arzobispo de París, fusilado; la cruz pisoteada, y la sangre correría por las calles… La Virgen aconsejó a la santa que acudiese siempre a los pies del Sagrario, donde encontraría fuerza y consuelo en las dificultades. ¡María, nuestra Madre, siempre nos cuida!
Más adelante, en otra aparición, la Virgen le mostró unos rayos que salían de sus manos y le explicó a Catalina que son “son símbolo de las gracias que concedo a cuantos me las piden”. Esta imagen de la Virgen María con lo rayos es hasta hoy en día muy conocida.
Pero estas apariciones son sobretodo famosas por la célebre “medalla milagrosa” a la que San Maiximiliano Kolbe, San Josemaría Escrivá o Madre Teresa tuvieron gran devoción y propagaron por todo el mundo. Efectivamente, la misma Virgen encargó a Catalina que se acuñaran medallas según el modelo que ella le mostraba… En mayo de 1832 se distribuyeron las primeras. Y muy pronto se habló de múltiples curaciones y conversiones, entre ellas la del fanático agnóstico y anticatólico Alphonse Ratisbone (hoy santo) . La medalla se convirtió en un signo de renovación mariana y evangélica.


En la medalla, alrededor de la figura de la Virgen, se leen estas palabras: “iOh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!” Son una petición a la Virgen y una declaración de que Ella fue concebida sin mancha de pecado original. En efecto, en 1854, Pio IX declararía el dogma de la Inmaculada Concepción de María. Y en Lourdes, cuando en 1858 de le preguntaron a Bernadita cómo era la Señora que había visto en la cueva, ella contestó que era “la de la Medalla”, que ella misma llevaba colgada de su cuello. La Medalla Milagrosa también encierra toda la riqueza de María. La Virgen, aplastando la cabeza de la serpiente infernal y aureolada de aquellas letras de oro, aparece como Inmaculada. Los rayos que salen de los anillos de sus dedos, nos dicen que es Virgen poderosa y medianera de todas las gracias que Dios manda al mundo por medio de Ella. La M, junto a la Cruz, nos manifiesta que es Corredentora. Los dos Corazones son, además del símbolo del amor de Cristo por los hombres y del de su Madre, hecha Madre nuestra, el resumen de la devoción los Sagrados Corazones. Finalmente, las doce estrellas que la rodean, nos enseñan que Ella es Reina.
Además el Consejo de Europa convocó en 1950 un concurso para diseñar su bandera común. El artista Arsène Heitz, de Estrasburgo, que estaba leyendo la historia de las apariciones de la Rue de Bac, en París, se sintió inspirado a utilizar los símbolos de la corona de doce estrellas (Ap 12,1) y el fondo azul, con los que se representa el misterio de la Purísima Concepción. Esta bandera fue aprobada por el Consejo el día de la Inmaculada de 1955.

¡Quien ama a María, tiene el Cielo ganado, y ya vive el una parte de Cielo aquí en la tierra…!
“iOh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!”

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