17 ene 2012

¡Enamorados!


Vivir cristianamente sólo se puede si se está enamorado. ¿De qué? Más que de una acción o actividad, sería enamorado de una Persona. ¿De quién? ¡Enamorados de Jesucristo!

"Sólo si estamos enamorados del Señor, seremos capaces de llevar a los hombres a Dios y abrirles a Su amor misericordioso, y abrir así el mundo a la misericordia de Dios" (Benedicto XVI, Audiencia general, 18-agosto-2010).

Me parece sublime.

¿Cuántas veces no habrá que repetirlo?

La vida cristiana sólo se comprende si hay una relación de amor muy personal, íntimo y cercano con Jesucristo. No nos consagramos a una tarea; tampoco un apostolado o una actividad caritativa es nuestra razón de ser. No somos filántropos que aman al mundo y aman al hombre, considerado en abstracto.

Lo nuestro es algo más: ¡Jesucristo!
Lo nuestro es vivir un Amor mayor, el que Él nos entrega amándonos primero, y que suscita nuestra respuesta personal y única, que nadie puede dar por nosotros ni en nuestro lugar.

El secreto de la vida cristiana es estar enamorados del Señor.
La vitalidad de la existencia creyente es vivir llenos de un amor absoluto por Jesucristo.
La fecundidad de lo que somos y vivimos se cifra en sentir verdadera pasión por Cristo.

¡Que Él lo sea todo!
Y lo demás, vendrá por añadidura (la vida moral, el compromiso, el apostolado, la ascesis, la mortificación, la santidad...)

Enamorados, así y tal cual. Ahora bien... ¿nos notarán que estamos enamorados de Cristo, verán con meridiana claridad que rebosamos amor por Cristo? ¡Pues eso es lo que evangeliza!


Javier Sánchez Martínez

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