30 mar 2012

Jesús se entrega para rescatarnos


El don del amor de Dios desciende sobreabundante y salva al hombre, a todo hombre y siempre. La decisión de Jesús de llevar su amor hasta el extremo, hasta la muerte en cruz, es la manifestación de un hecho inaudito que está como contenido y viene exigido por la encarnación: Dios se solidariza con el destino del hombre, asume su dolor, su impotencia, su muerte. Un Dios encarnado es un "Dios para la muerte", un Dios que asume mi muerte, mi dolor, mi impotencia y las rescata para hacerme "capaz de Dios", convertirme en un hombre divinizado, en comunión con la vida y el amor de Dios.

"HE AQUÍ QUE ME HAS DADO UN CUERPO… AQUÍ ESTOY PARA HACER TU VOLUNTAD"

La muerte de Jesús no fue un accidente ni consecuencia sólo del complot de los enemigos de Cristo. En ella, Jesús, el Hijo obediente, mediante la entrega de su vida, salva nuestra desobediencia. Él, que ha recibido un cuerpo (una naturaleza humana) del Padre, se entrega como hombre, entrega su cuerpo, su pasión, su muerte, para rescatar de la desobediencia a todos los hombres, sus hermanos.

Que la Virgen dolorosa y de la esperanza, nos ayude a vivir en su intimidad estos santos e inabarcables misterios de redención: ¡Que seamos conmovidos y trastornados por el misterio del amor de Dios entregado!

Milicia de Santa María

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