18 dic 2011

De mi, sin Ti ¿qué sería, Madre?

Anunciación, de sor Natividad Dávoli
Monja mínima de Daimiel
“He aquí la razón por qué he de ser muy devota de María:
Primeramente por puro amor y desinteresado cariño ya que Ella es tan buena, pura y bella que es digna de ser amada por sí sola con infinito amor, digna de arrebatar el corazón todo con todos sus entusiasmos por la atracción de sus encantos y bondades maternales, por las tiernas y compasivas muestras de amor que Ella me da;
y en segundo lugar por justa gratitud, pues nadie se salva y libra de males sino por María y ninguno alcanza favores sino por María


“Entreguémonos por completo y con toda confianza a María sabiendo que su única ansia y finalidad es transformarnos en Jesús y hacer que le amemos y sirvamos con perfección. A ejemplo de Jesús entreguémonos por entero a María. Ella no nos quiere para sí sola. Si nos llamó para ser sus hijas de predilección fue para Jesús y para nosotras mismas, para Jesús en nosotras y en los demás”


“Dime Madre del alma cómo amas a Jesús para imitarte y quererle mucho y dar mi vida por El. Dime cómo haré para sumergirme y abismarme en su Corazón sagrado para no salir nunca de El y consumirme en ese fuego que abrasa su Corazón. No más ingratitudes, no más infidelidades que tanto te han hecho sufrir. Lejos de mí el mundo con todas sus riquezas y placeres y vanidades, quiero y es mi voluntad de ahora para siempre amarte cada día más y más hasta el infinito si pudiera ser”


"Sí, Madre mía, por ti me quiere santificar Jesús, así como El no quiso venir a mí sino por ti, del mismo modo quiere que yo vaya a El por tu medio. Cuántas gracias especiales le debo a Jesús que me concedió por tu medio.
De mí, sin Ti, ¿qué sería, Madre mía guapísima y queridísima?
Mira Madre que no tengo padres aquí en la tierra, soy huérfana puede decirse que no tengo quien me quiera. ¿Me dejarás tú también Madre mía? No, ya sé yo que Tú no me abandonarás nunca, Estrella de mi vida, sé que me llevarás a Jesús de la manecica como a una niña pequeña la conduce su madre y enseña a andar.
Así me enseñarás Tú a mí a andar, más bien, a correr por el camino de la perfección”


Sor Consuelo
Religiosa Mínima

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