He pensado que quizá os gustase leer una historia que, a pesar de su sencillez, es bastante inusual: Mi experiencia en el interior de un Carmelo. Sí, en el interior, porque el día 1 de junio de 2009 lo pasé dentro de la clausura del convento de las Carmelitas Descalzas de Mancera de Abajo (Salamanca). Un día casi casi... en el cielo.
La historia comenzó así:
El día 20 de mayo de 2009 recibí el siguiente mail:
“Las Carmelitas Descalzas de Mancera (Salamanca) nos han pedido si podemos conseguirles un ordenador (y pantalla) de segunda mano. Por tanto si alguno de vosotros tiene pensado deshacerse de alguno por la razón que sea, y todavía está en uso, decírmelo para recogéroslo. Yo me ocuparé de formatearlo y de instalarle los programas que necesitan. Saludos.”
Lo firmaba el padre de una joven novicia de 19 años, que acababa de hacer sus votos temporales en ese Carmelo. Yo respondí con entusiasmo lo siguiente:
“¡Yo tengo uno! Hewlett-Packard Pavillion que funciona bastante bien con pantalla de LCD.¡Qué fácil es hacer el bien! Me pongo en contacto con ellas ya!”
Y llamé por teléfono al número del Carmelo que encontré en Internet... así, sin pensármelo. Las carmelitas me atendieron muy divertidas por mi forma de hablar, decían que yo era “muy graciosa” ¿eh, a qué se referían? Me atendió la Superiora, Madre Paloma, y la hermana experta en informática, hermana Isabel, para concretar lo que necesitaban. Les dije: “Tengo que instalar los programas, conseguir un adaptador, y colocarles algunas cosillas (altavoces, ratón óptico, etc). Cuando esté todo listo se lo pienso llevar yo, in person.”
Dicho y hecho. El 1 de junio me pedí el día libre en la oficina y marché a Mancera de Abajo. Es un pueblo muy pequeño cercano a Peñaranda de Bracamonte. Cuando llegué al convento, llamé y, desde el otro lado del torno, una voz muy simpática me daba montones de explicaciones. Mientras esperaba, hice la foto que os adjunto.
EL CARMELO ES TODO DE MARÍA ...Qué bonita frase, qué verdadera, y yo... qué nerviosa estaba... no sabía si me dejarían entrar. Entonces la voz me dijo: “Hermana Pilar, lleva el coche hasta la puerta grande”.
Cuando estaba frente a la enorme puerta de hierro, ¡se abrió! Y allí estaba una monja con su rostro cubierto por un velo negro que le llegaba hasta los pies. Entré al precioso jardín del convento, con setos, árboles altos, flores,... aparqué y salí. Descargué todo lo que llevaba en el coche y entonces se descubrió el rostro. Era una monjita con rostro muy alegre que me invitó a entrar por una estrecha puerta que abrió... ¡¡Dios mío!! yo estaba entrando en la clausura de un Carmelo.
Teresa de Jesús, Teresita de Lissieux, Edith Stein, Madre Maravillas,... cuántas mujeres impresionantes habían cruzado un día el umbral de la clausura de un Carmelo. Se me puso un nudo en la garganta...
Pilar...no nos dejes con la intriga...por favor segui contando....Marta Maria
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