por mí la sangre en magno sacrificio
y en las horas postreras del suplicio
las futuras ofensas perdonabas.
Quiero ahora Señor, rotas las trabas,
serena la conciencia, ahogado el vicio
mitigar las heridas del cilicio
practicando las obras que enseñabas.
Y para que siempre sean veneradas
y a mi familia en este tiempo fijo
cubra el manto suave de la bendición.
Tendré en mi hogar, Jesús, entronizadas
la santa imagen de tu crucifijo
y la imagen santa de tu corazón.
Ernesto Olivera
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Anímate a comentar.