13 dic 2011

Yo permaneceré contigo



La habitación más íntima del alma humana
es el lugar favorito de la Trinidad
su trono celestial en la tierra.
Para liberar este reino celestial de la mano del enemigo
el Hijo de Dios vino como el Hijo del Hombre
dio su sangre como el precio de la entrega.

En el corazón de Jesús, que fue atravesado,
el reino de la tierra y de los cielos se unen.
Aquí está para nosotros la fuente de la vida.

Este corazón es el corazón de la Divina Trinidad,
y el centro de todos los corazones humanos
que nos concede la vida de Dios.
Nos atrae hacia sí con poder secreto,
nos esconde en el seno del Padre
y nos inunda con el Espíritu Santo.

Este corazón, late por nosotros en un pequeño tabernáculo
donde permanece misteriosamente escondido
en esa quieta, blanca hostia.
Ése es tu trono real en la tierra, Oh Señor,
que visiblemente has erigido para nosotros
y te complaces cuando salgo a su encuentro.

Lleno de amor, Tú hundes tu mirada en la mía
y acercas tu oído a mis palabras silenciosas
y llenas de paz mi corazón.
Aún así tu amor no se satisface
con este intercambio que todavía podría conducir a la separación,
tu corazón requiere más.

Tú vienes a mí como alimento de la mañana en cada pausa cotidiana.
Tu carne y tu sangre se convierten en comida y bebida para mí
y algo maravilloso ocurre.
Tu cuerpo misteriosamente penetra el mío
y tu espíritu se une al mío:
no soy más lo que alguna vez fui.

Tú vas y vienes pero la semilla
que sembraste para futura gloria, permanece
enterrada en este cuerpo de polvo.
Un esplendor del cielo se queda en el alma,
un brillo profundo se queda en los ojos,
una elevación en el tono de voz
Ahí permanece el lazo que une un corazón al otro
el arroyo de vida que brota de la tuya
y anima a cada miembro.

¡Qué maravillosos son tus prodigios!
No podemos más que asombrarnos y balbucear y caer silenciosos
porque el intelecto y las palabras fracasan.

...Y yo permanezco contigo.

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