21 jun 2011

Pensamientos del Hermano Rafael

Llevo un mundo dentro de mí tan grande, y sin embargo, tan sencillo; no consiste más que en un amor muy grande a Jesús y una ternura infinita a María, ¿qué más puedo desear?

No te preocupes de las borrascas ni de las tormentas, ¿no tienes a María? Me he propuesto que ames mucho a la Señora porque veo que es lo primero que tienes que hacer para ser santo y como te falta mucho, ese es el medio más rápido para empezar a amar a Dios: amar a su Madre.

La Virgen, desde el cielo nos mira…, ve nuestras faltas y miserias, pero si al mismo tiempo ve nuestro amor, todo lo barre y hace que nuestras débiles súplicas se presenten fervorosas a Dios.

Nadie sabe lo que es un Trapense loco y chiflado de amor a Dios y a la Virgen.

¡María!... ¿ ¿quién mejor que Ella para comprender, para ayudar, para consolar, para fortalecer?
Quisiera, Señor, mirar solamente al cielo, donde Tú me esperas, donde está María, donde están los santos y los ángeles bendiciéndote por una eternidad.

En la infinita misericordia de Dios quedan ocultas nuestras miserias, olvidos e ingratitudes. En su cruz… el consuelo que en nuestras penas nos niegan muchas veces los hombres. En su evangelio la única Verdad… Y en su Madre María, todo lo demás; ¿te parece poco?


¡Qué bien conoce Dios el corazón del hombre, pequeño y asustadizo! ¡Qué bien conoce nuestra miseria, que nos pone ese puente que es María! ¡Qué bien hace el Señor las cosas!

Honrando a la Virgen, amaremos más a Jesús. Poniéndonos bajo su manto, comprenderemos mejor la misericordia divina. Invocando su nombre, parece que todo se suaviza. Y poniéndola como intercesora, ¿qué no conseguiremos de su Hijo Jesús?

¡Es tan buena la Virgen María! No hay pena que Ella no dulcifique, no hay alegría que Ella no santifique.

1 comentario:

  1. Que lindo momento que has pasado !!! Gracias por llevarnos contigo a María. Beso grande.

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