16 jul 2011

Ante la Eucaristía…Ven…Acompáñame

  
   Me gusta verte. Me gusta que me entregues tus problemas y preocupaciones. Te voy a enseñar a hablarme con el corazón.

Pero primero tienes que convencerte que realmente estoy frente a ti. Lo que tienes frente a ti en las especies sacramentales es el milagro mas hermoso que mi Padre les ha permitido. Lo que ves no es un símbolo de mi presencia: soy Yo, Jesús, al que ves encerrado en el sagrario. Soy Yo, el hijo de Dios Padre, que se hizo hombre para salvarte. Sí, para salvarte a ti, porque me importas mucho. Tu alma es muy preciada para mi.

Quiero que en este momento solo pienses en Mi. Piensa en el amor que te tengo, piensa que conozco hasta el mas profundo de tus pensamientos. No podrías ocultarme nada aunque quisieras. Ya me presente, ya sabes con quien estas. Ahora es tu turno de hablar. Como dije, te conozco muy bien, pero me alegraría mucho que poco a poco fueras contándome tus cosas, como quien quita los pétalos de una rosa hasta dejarla totalmente desnuda. Así quiero que me presentes tu alma. Así lo harás, si te dejas llevar por mi amor y aprendes a hablar con el corazón.
  
   Piensa que estás visitando a un amigo en el que puedes confiar y que te va a ayudar siempre, no importa que lo niegues o lo desilusiones. No sientas temor de contarme eso que te duele y que no ha sanado todavía. Dame la oportunidad de ayudarte. Mi corazón solo ansía sanarte.
  
   Dime, amigo mío, ¿qué te preocupa?¿ Qué te atormenta? ¿Quién te hace sufrir?. Pide todo lo que tu corazón desee. Pide que me gusta que tengas necesidad de mí. Porque el que tiene necesidad de mí, será saciado. Nunca un alma que me busque sentirá mi indiferencia, porque esa palabra no la conozco. No quiero que te preocupes por cosas de este mundo como son el prestigio y el dinero. Se puede vivir sin prestigio y así quiero que mis criaturas vivan porque la fama de los humanos me repugna. El dinero es necesario pero no esencial. Trabaja con el sudor de tu frente para ganarlo. No lo acumules para sentirte seguro en este mundo. Quiero que entiendas que la unica seguridad verdadera soy Yo. Nunca vas a estar sin Mí aunque me rechaces. Si el dinero es un estorbo para la salvación de tu alma, despréndete de él. Regálalo antes que te contamine como el peor de los cánceres. El dinero corrompe, te hace sentir como un dios y te aleja del buen camino. Si necesitas dinero para pagar tus obligaciones, primero trabaja mucho y luego pídemelo, que te lo daré,   si creo que es justo.
    
   Te atormenta que algo malo le suceda a tu familia. Te voy a dar un dato que no quiero que olvides nunca. Cuando me crucificaron le encargue mi Madre a Juan y a Ella a todos ustedes. Les regale a mi Madre. Ella también es la Madre de ustedes. Toma a tu familia y conságrala verdaderamente a su Corazón. Ella nunca olvida lo que se le pide con amor. Ella se encargara de cuidarlos durante sus días en la tierra y si es la voluntad del Padre mandarlos a buscar, Ella misma los llevara hasta las puertas del cielo. No te atormentes, resale a mi Madre todos los días de esta manera:
  
   Sé que también eres mi madre.
   Por eso te pido, madre querida,
   Que no nos desampares ni por un breve instante.
   Pregúntale a Dios: ¿ Que es lo que quiere para los míos?
   Y ayúdame a aceptar Su santa voluntad.
   Pídele que haya paz entre nosotros y que nos mantenga siempre unidos.
   Maria, cuídanos siempre y, sobre todo,
   líbranos del poder del maligno.
   Nunca nadie que te haya invocado se ha sentido desamparado.
   Gracias Madre nuestra.
  
   Sabes, me gusta que quieras a mi Madre. Donde estoy Yo, siempre esta Ella: somos inseparables. Te pido que nunca te olvides de Ella.
  
   Te pregunte por aquel que te hace sufrir. Dime su nombre. Repítelo. Ese también es hijo mío. Lo quiero tanto como a ti. ¿No has pensado que quizás te hace sufrir para que lo ayudes, y lo traigas hasta mí? Practica la caridad que tanto me gusta con ese que no te quiere bien. Aunque sientas romperte por dentro con sus desprecios y feas palabras, no le contestes. No des pie a que pueda alguna vez decir que le pagaste con la misma moneda. Págale con amor, con atenciones, con amabilidad. Con todas esas cosas que has aprendido de mí. Yo si sé que es desprecio. Yo si sé que es indiferencia. Yo si sé que es sufrir porque no te quieren. ¿No es tu meta parecerte a Mí? Imítame, pon la otra mejilla. Saldrás ganando porque con tu ejemplo harás que el otro se cuestione tu proceder porque viene de Mí y Yo te amare con todas mis fuerzas y con todo mi corazón.
  
   Te ofrezco otra oración para que salga de tu corazón:
  
   Quiero aprender a comprender a mi enemigo.
   Quiero entender por que no me quiere bien.
   Quizás, entendiendo eso logro conocerme mejor,
   y sacar una realidad de mi vida que me hace daño y me aleja de Ti.
   Espíritu de Dios, que eres la esencia del amor mismo,
   ayúdame a amar a ese que me hace sufrir.
   ayúdame a convertir a esa alma en instrumento Tuyo.
   ayúdame a soportar sus insultos.
   ayúdame a purificarme con este sufrimiento.
   ayúdame a ayudar.
   Creo que ya te sientes mas a gusto en mi compañía. Ya has podido hablarme de tus cosas que sabes. Ahora, quiero que cierres tus ojos y me permitas, te lo estoy pidiendo, que te mire por dentro. Quiero sanarte, quiero limpiar todas esas cosas que te apartan de mí, si tú lo deseas. No haría nada en este momento que no lo quisiera tu voluntad. Contémplame con los ojos de tu alma, sin pronunciar palabra alguna. Por unos cuantos minutos, déjame actuar sobre ti.
  
   Ahora quiero que pienses en tu vida entera. Trata de pensar en todos aquellos momentos en que has sentido mi presencia, porque Yo he estado siempre contigo aunque no lo quieras creer. Recuerda cada momento de tu vida, piensa como pude haber actuado sin que lo notaras. Piensa en esos momentos en que si Me notaste. Piensa en tus alegrías y en tus tristezas porque Me valgo de las dos para que sientas mi mano poderosa sobre ti. ¡Cuánto te amo criatura mía! Si realmente lo supieras, tu vida tomaría quizás otro rumbo o quizás dejarías de una vez por todas esa duda sobre las cosas de Dios que te atormentan y te alejan.
  
   Gracias por tu compañía, no sabes cuanto me consuela y me alegra saber que estás conmigo en cuerpo y alma. Quiero que me acompañes cada vez que tus obligaciones de trabajo y familia lo permitan. Siempre estaré aquí esperándote como al mejor de los amigos. Eso lo aprendiste hoy.
  
   Quiero que te marches con el corazón alegre porque sabes que has, realmente, pasado un rato en compañía de Jesús Sacramentado.
  
   Te regalo una oración de despedida que te dará mucha alegría:
  
   Jesús, siento tu presencia aquí en este santo lugar.
   Te invito a que camines conmigo al mundo,
   donde deje todas mis preocupaciones.
   Te invito, de corazón, a que tu presencia no me deje
   cuando esas preocupaciones mundanas me quiten mi paz.
  
   Gracias, Jesús por escucharme y atenderme como si fuera hijo único,
   me voy lleno de Ti.
   Ven…acompáñame Tú, Jesús.
  

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