21 jul 2011

Viaje Misión, 10 al 19 de junio del 2011. Testimonio de Luisa Ortega SFO

Mateo 5: 13-19
Ustedes son la sal de la tierra. Y si la sal se vuelve desabrida, ¿con qué se le puede devolver el sabor? Ya no sirve para nada sino para echarla a la basura o para que la pise la gente. Ustedes son luz para el mundo. No se puede esconder una ciudad edificada sobre un cerro. No se enciende una lámpara para esconderla en un tiesto, sino para ponerla en un candelero a fin de que alumbre a todos los de la casa. Así, pues, debe brillar su luz ante los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre de ustedes que está en los cielos.


Queridos Hermanos, hermoso momento escogió Dios para este encuentro con Cristo crucificado, pero también con Cristo resucitado. Después de una larga espera, vuelvo a caminar los caminos de Villa el Salvador. Mi corazón, lleno de tantas emociones, espera pacientemente la salida del vuelo en el aeropuerto de Miami. Es sábado, junio 11, 4:30 a.m. cuando llegamos a Lima. El clima, a nuestra sorpresa, es cálido. Al amanecer, también a nuestra sorpresa, brilla el sol. Lo normal en Lima para este tiempo es que esté frio y nublado. Tal pareciera que la naturaleza también se alegraba con nuestra llegada.
Vamos camino a Villa, la alegría ensancha nuestros corazones. Los que ya llevamos años yendo esperamos con ansias este nuevo encuentro. Los nuevos, aguardan su primer encuentro con miles de preguntas, a las que poco a poco irán encontrando la respuesta. En camino a Villa, una de las maletas cae a la carretera, y alguien se apresura a su encuentro, pero a la vez uno de nuestros compañeros va por ella. Ahí ya ocurre el primer encuentro con la necesidad de estos hermanos. Una simple maleta, ¿quién sabe con qué?, pero de igual manera vale la pena alcanzarla. Pensaba yo: ¿qué necesidad tendrá esta persona hoy día? Mientras, el auto se alejaba.
Ha llegado el momento. Nos bajamos del auto que ha ido por nosotros, y con gran gozo, nos esperan las señoras que nos atienden durante la estadía en la casa retiro. Abrazos, besos, y un gran regocijo embarga el lugar, y los corazones que ansiosamente nos han esperado por un año. Ahora es momento de cada cual instalarse en su habitación. Tiempo de orar, desayunar, y organizar las actividades del día.
Hoy Dios nos bendice con el P. Pedro Kitts, que viene a darnos una charla sobre la presente situación en el Perú. Un hombre de gran conocimiento y vivencias. Una vez más resalta la “luz”. Al llegar nos recibe un día soleado, en el tema nos habla de la luz, la visión, y los ojos. Son detalles que van hablando al corazón, y abriéndonos a la experiencia de esta vivencia. ¿Qué nos está comunicando Dios ya? Es importante estar abiertos a escuchar para así captar el mensaje, pues en cada palabra Dios nos da un mensaje de amor. Un amor que debemos llevar a los demás. Primero nos envuelve en su Amor, luego nos envía a ser Amor. Cualquier distracción nos haría perder ese momento de gracia.
¡Vigilia de Pentecostés! Estamos, como grupo, invitados a la Vigilia de Pentecostés en un parque cerca de un orfanato de las hermanas del Cenáculo. Ya era tarde, y cansados del viaje, pero el Espíritu anima y se dejaba sentir. Compartimos momentos de alabanzas con la comunidad, representación en vivo de la conversión de S. Pablo, actuada por los mismos jóvenes de la comunidad, y miembros del Cenáculo. Curioso, que mientras vivíamos este momento en el Espíritu, había música estridente en alguna casa cercana, pero eso no impedía que el Espíritu se moviera entre nosotros cautivando nuestra atención, y llenándonos de gozo. ¡Que momento de gracia! Una verdadera bendición. No había manera de retirarnos temprano, pues de irnos, hubiera quedado un vacio entre la comunidad, y el Señor nos llevo para uniros como hermanos, y familia. No hay distinción de raza, ni color. Todos somos uno en el Cuerpo de Cristo. Ha llegado el momento de la despedida. Ahora es regresar a la casa, oración, compartir de experiencias, y dormir.   

Nace un nuevo día. Hoy nos toca levantarnos tempranito, pues hay que estar en misa a las 7 a.m. Nuestra primera misa del día es en Sta. Rosa. Es mi parroquia en esta comunidad. Desde un principio he estado trabajando la catequesis con esta comunidad, en la noche, durante la semana que estamos de misión. Es mi momento de encontrarme con alguno de los niños, que por años, he venido catequizando, y con tantas familias a las que amo. Es llegar a casa. Ese es el sentimiento que embarga el alma en este momento. Durante esta Eucaristía el padre pide por un joven que tiene cáncer y está en agonía. Aquella petición salió de las entrañas de su alma, de tal manera que conmovió a todos, especialmente a algunos que no creen en milagros. Tema que discutimos luego durante la semana, pero tocare este tema más adelante. El padre también oraba por un joven que había perdido la vida de manos de las gangas. También de esto hablare más adelante.
 Luego de Sta. Rosa vamos a La Paz. Aquí comenzó lo grande de esta misión para mí. Llego a la Paz y me siento en la segunda banca del frente. A la primera banca llega una familia con un niño en brazos que traspasó mi corazón de la impresión. Este papá sostenía en brazos a este niño con un amor y ternura jamás antes vista. El niño sufrió parálisis cerebral al nacer por falta de oxígeno. Es muy difícil describir su físico, pues está muy desnutrido, y su cuerpo son huesitos cubiertos de piel. El niño tenía una mirada profunda, y su cuerpecito inerte. Y mientras, me movía el corazón la ternura de este papá, y su mamá a su lado. Sentí un fuerte impulso del corazón acercarme a ellos, ¿pero que podía decirles? Hice caso a esa fuerza interior que me movía, y me acerque. Solo le tome la mano al niño, y les dije a sus padres: Dios le bendiga su hijo. Hoy es un día de gracia. En ese momento su mamá me compartió que iba a ser bautizado, y su primera comunión. Ese angelito de Dios iba a recibir a Jesús en su cuerpecito por primera vez. Le pregunte su nombre; se llama Dair Álvaro me dice su mamá, y tiene 14 años. En el momento que sus ojitos cruzaron los míos, Dios me mostro su rostro en la cruz. Me explico: tengo una foto de un crucifijo en San Damiano, que me llamó mucho la atención por la expresión de dolor en su rostro, y le tome una foto hace algún tiempo. Al cruzar mirada con Dair, la imagen que tenia frente a mis ojos era la de aquel Cristo crucificado. Quede paralizada por un momento. Sabía que en ese cuerpecito de huesos forrados de piel vive Cristo crucificado. Miré entonces a su papá, y veía un rostro lleno de dolor, pero a la vez lleno de amor. Me fui y me senté a escuchar misa. Me preguntaba cómo este niño iba a recibir a Jesús, pues no puede masticar, y con mucha dificultad tragar. Llegó el momento de la Eucaristía. El padre se acerco a él, y con una cucharita le dio a tomar la Sangre de Cristo. Cristo hoy se hacía alimento espiritual para un alma donde él vive crucificado. ¡Dios mío, cuanto tenemos que agradecerte la salud y tantas bendiciones que nos regalas! Tanta gente en el mundo que sufre, que abrazan su cruz, y no los escuchas quejarse. Hoy tuve un encuentro con Cristo crucificado como no lo había experimentado jamás. Toda la Eucaristía la pase orando por esta familia, y por este niño. Pensaba, y en mi mente hacia un análisis de toda esta situación. Tenemos un joven, sano, que por circunstancias de la vida tomo el camino errado.  Hoy su vida llegaba a su fin, en esta tierra, a consecuencias de sus malas decisiones. Por otra parte tenemos a Axel, un joven con cáncer, en camino a entregar su vida a Dios, y pensaba en Dair y su parálisis cerebral. Pensaba en el dolor de estas madres. Una que tenía un hijo sano, que por algún tiempo pudo disfrutar de su niñez, con todo el potencial de una vida de plenitud. Hoy esa madre recibía la horrenda noticia de la muerte de su hijo. ¿Con cuántas ilusiones debió de haber criado a su hijo? Hoy esas ilusiones se desvanecían. Las circunstancias de una vida desordenada se lo arrebataron. Ahora teníamos también a Patricia, mama de Axel, también disfruto por un tiempo de su hijo sano, y hoy con 18 años de edad se lo consumía el cáncer. Por otro lado tenemos a los padres de Dair. Ellos hubieran dado cualquier cosa por su hijo sano, pero han vivido la crucifixión de Jesús toda su vida. Patricia, la mamá de Axel, y Aidé, la mamá de Dair, y sus padres, nunca sabrán el dolor de tener un hijo consumido por la droga y las gangas. Estos padres que han perdido a este hijo en la droga, y las gangas, nunca sabrán el dolor de tener un hijo enfermo como Dair. Los padres de Dair nunca tendrán que preocuparse que su hijo tome el mal camino, y un día le toquen a la puerta para decirle que su hijo ya no vive. No se puede pesar, ni medir el dolor. Cada uno es único. Para cada uno de ellos, es el dolor más grande, a pesar que las circunstancias son diferentes.
Nuevamente la predica de hoy nos hablaba de la luz, visión y frutos del Espíritu Santo. Hubo una canción, durante la liturgia, que me llamó mucho la atención. Tenía una frase que decía: cuando piso la alfombra de yerba.  Estamos tan acostumbrados a los lujos que nos sobrecoge el asombro cuando escuchamos algo tan sencillo como pisar una alfombra de yerba. Fue un momento de renacer a la realidad de tanta gente. Tres cuartos de la población mundial no conoce el tener una alfombra prefabricada. Sus pisos son de tierra y sus alfombras…la yerba. Muchos duermen bajo las estrellas porque sus chozas no tienen techo. La lluvia y el frio calan en sus huesos porque no tienen abrigos. La comida es escasa, si acaso no está del todo ausente. ¿Cuántas veces nos detenemos a pensar en esto? Decía S. Francisco una frase que estremece la conciencia si bien la meditamos: “Necesitamos ver  con nuevos ojos la blasfemia de estar cómodos mientras los hijos de Dios se mueren de hambre. El atrevernos a orar a Dios cuando permanecemos indiferentes ante la suerte de nuestros hermanos, a los que Dios nos ha pedido que veneremos. “Recibidores de Bienes Robados” es la frase de S. Francisco para los que nos incubamos en nuestra comodidad cuando millones no tienen nada”.
Al final de la Eucaristía nuevamente me acerque a ellos, y volví a tomar la mano del niño. Les compartí a sus padres la alegría de los Sacramentos que su hijo había recibido hoy. Su mamá me comentaba que parecía que el sabía, pues normalmente no está calmadito en misa, y hoy estaba feliz. El alma pura reconoce la presencia de Dios, y no importa las circunstancias, se alegra. Luego de la misa nos fuimos a la casa. Hoy esperaba a mi amigo Carlos (diacono) para almorzar. Conversamos largo rato sobre temas de fe, y en especial la oración que nace de las entrañas del alma con la mayor confianza en la voluntad de Dios. Comentábamos sobre la sanación, y como pedir sanación por alguien muchas veces puede significar la sanación total, que es la partida a la casa del Padre. En el proceso Dios sana el alma, que es lo más importante. Cuantas veces nos falta fe para creer verdaderamente que Dios es Dios de todo, y que todo está en sus manos. El puede transformarlo todo, pero esa transformación a menudo se nos escapa, porque en el fondo del corazón no estamos convencidos de lo que decimos y confesamos creer. Que necesario es pedirle todos los días que venga en auxilio de nuestra poca fe.  En mi corazón sabía que si Dios quería podía levantarle de esa cama, pero que quizás la sanación total iba a ser partir a sus brazos.
Una de mis compañeras de misión tenía una gran batalla interior con esto del “milagro”, pues decía que ella no cree en los milagros. Esto me causó una cierta inquietud, y después de largo rato de que conversáramos con Carlos, la exhorté a pasar por mi cuarto en la noche para que platicáramos. Vino a conversar conmigo, y durante toda esta semana, tuvimos pláticas muy interesantes y fructíferas. Me decía: eres ahora mi maestra. Nombre que me queda grande, pero con el corazón doy lo que Dios me regala, pues no me lo ha dado para retenerlo; de retenerlo, lo perdería. Dios no se puede encerrar en un frasco, hay que dejarlo libre, y libre actúa en todos a través de quien él quiera escoger. Lo hermoso de todo esto es que esta muchacha trajo a la luz muchas de sus preguntas, e inquietudes,  a las cuales no había tenido respuestas. Fue un momento de encontrarse con ella misma, y con los temores interiores. Estoy segura que para ella ha sido un proceso de encontrarse más de cerca con un Dios misericordioso, y un Dios que nos ama sin límites. Aproveché el momento para prestarle un libro que llevé de Santa Clara. Se llama “Una  Luz en el Jardín”. Se los recomiendo. Es una hermosa historia que relata la relación pura de amor entre S. Francisco y Santa Clara. Ambos con un mismo sentir, desear, y vivir de Dios. Una fiel amistad que ni la muerte podía destruir. Eran dos almas consagradas totalmente a Dios y unidas en si por la fidelidad y el amor con un mismo propósito.
 Durante este viaje conocí mucho más profundo a cada una de las personas que me acompañaron. Cada uno estaba allí por una razón diferente. Todos con una manera diferente de relacionarse con Dios. Unos, percibo yo, con una relación intima con Cristo, y otros a mucha distancia. El misterio está en cómo Dios utiliza cada una de estas situaciones para actuar y entrar en el corazón del hombre.
En la tarde estuvimos organizando la ropa que llevamos para el pulguero. Hay un comedor público al que ayudamos vendiendo ropa a casi nada. Con lo que adquirimos de esta venta dejamos suficiente dinero para que los niños coman por casi el año completo dependiendo de cuanto se venda. También están arreglando el local para tener actividades con los niños de desarrollo personal. Este año la venta fue de unos casi $900.00. Eso es mucho dinero en Perú. Se venden cada pieza de ropa a un sol, que equivale a unos .25 centavos (céntimos) del dólar. En la noche volvimos a misa, y estuvimos presentes para dos primeras comuniones, y confirmaciones, de tres adolescentes. ¡Lindísimo, compartir estos momentos tan especiales con gente que recién conoces! En la noche ya nuevamente el compartir, y orar juntos para entonces irnos a dormir.
Amanecía lunes. Hoy comenzaríamos el día con oración en grupo. Se forman 5 grupos para los cinco días de misión, y cada uno prepara una oración para la mañana, para todo el grupo.  Luego vamos al desayuno, nos repartimos en grupos para las actividades del día. Unos visitamos casas, y otros les tocaban trabajo físico. Estábamos ayudando a pavimentar la entrada a una de las parroquias. A mí me toco ir a visitar casas. Tenemos una clínica en Villa el Salvador con la que trabajamos en unión con los padres de Santiago Apóstol. La trabajadora social se encarga de organizar las visitas, y de coordinar los eventos, ya sean campañas médicas, ambientales o trabajos de limpieza, etc. Hace tres años recaudamos $52,000, en una gala en Miami, para construir una parte nueva  a la existente clínica, donde se pudieran atender más gente, y se dieran cuidados a las madres que esperan sus bebés. Se da atención sicológica y terapia física. ¡Quedo preciosa!
Presentemente tenemos vigente un proyecto dirigido a atender a familias con niños desnutridos. Se les educa de cómo alimentar bien a sus hijos, y su familia, con poco dinero. En el proceso se les ayuda económicamente si es necesario, y se les provee la ayuda médica a cero costos para las familias. Esto incluye seguimiento. Está dando muy buen resultado, gracias a Dios, y ellos entre sí corren la voz a otras familias educando a la vez con sus testimonios. También se les educa sobre la importancia de la higiene para prevenir enfermedades.
Toda la mañana la invertimos en estas visitas. La gente nos abre sus casas, pero más que nada nos abren su corazón. Es un privilegio poder entrar en el corazón de tanta gente, y formar parte de su realidad, pero esto también es un gran reto, pues no puedes entrar en el corazón de alguien sin sentirte obligado, moralmente, a dar una respuesta a esta realidad. No puedes hacerte de la vista larga, y pretender que no pasa nada. Estas pisando un lugar santo, pues Cristo crucificado vive allí, y exige una respuesta de amor. Después de haber vivido esto no puedes permanecer cómodo. La misma realidad que presencias te obliga a hacer algo por ese alguien. Te lleva a comprometerte de alguna manera.
Luego de terminar con las visitas regresamos a la casa retiro para almorzar y preparar la catequesis de la noche. Terminada la cena salimos entonces a las parroquias. Tenemos grupos de adultos, jóvenes y niños. Todos los grupos, de forma individual, reciben la misma enseñanza. Cada uno a su nivel. Siempre he trabajado con los niños. Durante la Eucaristía del domingo el P. Simón nos había pedido, como comunidad, orar por la sanación de Axel. Aproveché entonces la oportunidad con los niños para que cada uno de ellos presentara una súplica ante Jesús, y María de Guadalupe (ya que teníamos una hermosa imagen de ella en el salón) por la sanación de Axel. Las oraciones de estos niños parecían suplicas de ángeles que se elevaban como incienso al cielo.
Al terminar la catequesis regresamos a la casa. Durante el día varias personas del grupo misionero me había pedido que rezáramos el  por Axel antes de irnos a dormir. Todos estábamos exhaustos, pero yo había llevado un CD del Rosario. Es una hermosa reflexión de los Misterios Dolorosos por John Rick Miller, y lo use para que oráramos en grupo. Algo extraordinario paso ahí. Teníamos las luces apagadas, las velas encendidas, y mientras orábamos Dios me regalo una visión interior donde veía el cuarto de Axel, su cama, su cuerpo postrado en esa cama, y todos nosotros con otra gente a su alrededor orando por él . En ese momento sentí en mi corazón que el partiría a la casa del Padre. No comente nada a nadie, y luego de terminar la oración nos fuimos a dormir. Al día siguiente fuimos nuevamente a visitar casas. No tenía idea que iríamos a la casa de Dair. Para mi sorpresa me encontraba en la casa de este niño que tanta impresión me causó. Nuevamente, al mirarlo, tuve la revelación de aquel Cristo crucificado en San Damiano. Varias personas del grupo sintieron algo especial en ese momento. Son experiencias que no puedes poner en palabras. Oramos con esta mamá  para entonces seguir a la próxima visita. Una de las jóvenes que fue con nosotros  se le bajó la presión arterial de la impresión que le causó Dair. Su papá se la llevo afuera. Luego le di unas galletitas saladas que llevaba en el bolsillo de mi abrigo, y le buscamos agua. Quisiera compartirle las fotos para que puedan entender de lo que hablo.
Al seguir visitando casas llegamos a esta colina. No tenía idea de quien íbamos a ver. Dos de las muchachas se adelantaron a entrar en esta casa. Pegunté entonces a quien íbamos a visitar, y la respuesta fue a Axel. Entonces les dije: ha fallecido. Eran las 11:20 a.m. En ese mismo instante salieron las dos muchachas para decirnos que Axel, hacía 20 minutos, había fallecido. Ya lo sabía. Lo había recibido en oración la noche antes. Entré a su casa para encontrarme con el vivo retrato de lo que había visto en mi mente la noche antes. Ese joven fue llevado al cielo de manos de María, porque aquel  rosario que rezábamos, le abría las puertas del cielo para entrar en brazos de la Madre.  Una de las muchachas del grupo misionero oró en voz alta por el viaje de Axel al cielo. Yo me acerqué a su mamá, la tomé de la mano, y compartí con ella y su familia en ese momento lo que sentía que Dios me inspiraba a decirles. Sobre todo, asegurándole que no estaba sola. Si Dios había querido que estuviéramos allí, para compartir con ellos ese momento, era porque El quería darle su consuelo a través de nosotros. Que estábamos allí para ayudarles a enfrentar esa realidad, que a la vez ahora era también nuestra. Ellos deseaban llevarse el cuerpo de Axel a al lugar donde había nacido, por Iquitos. Allí estaba toda su familia. Vinieron a Lima buscando tratamiento para él. Quise que pudiéramos llevarlo a Iquitos, pero era demasiado costoso llevarlo a él y su familia pues es mucha la distancia. La decisión no dependía de mí. Este momento fue volver a vivir la experiencia de hace unos años con Sandra Paola. Falleció a los dos días de nacida. Cuando llegamos a Villa el Salvador hacía dos días que la niña estaba en una cajita de madera, que le habían fabricado. Su cuerpo descomponiéndose, porque su familia no tenía dinero para enterrarla. Gracias a Dios nosotros la enterramos, pero Sandra Paola vive en mi mente y en mi corazón, pues viví este momento muy de cerca. Estuve presente hasta darle digna sepultura. Nunca deja de sorprenderme como Dios te toma de donde estas, te lleva a donde quiere, y a través de ti resuelve la situación de otros. La Providencia de Dios es un misterio. Solo necesita corazones abiertos, y dispuestos a dejarse mover por el Espíritu para llevar a cabo su misión. Ser sus manos, sus pies. Poner a su disposición todo nuestro ser, y dejarle actuar.
La noche antes había venido a verme Pablo, ahora un joven, que en años anteriores era uno de mis niños en la catequesis. Al enterarse que estaba ahí, vino a visitarme al terminar la noche. Entonces me entere que su hermana Eugenia, que también venia a la catequesis, estaba en silla de ruedas. Había sufrido una parálisis cerebral y ahora no podía caminar. Su mamá quería contarme y pedirme que le comprara unas zapatillas, porque no tenía zapatos con que ir al médico; y para ir a su terapia física.
Ahora, la mañana siguiente, estábamos en la campaña médica, y ella vendría con Eugenia. Al ver a Eugenia en ese estado sentí que se me traspasaba el corazón, y Eugenia… al preguntarle cómo se sentía…con una sonrisa me dice…bien. No había una sola queja. Sabemos lo difícil que tiene que ser para ella estar así, al menos lo podemos imaginar, después que era una niña sana, y corría por todos aquellos caminos de arena, ahora está en una silla de ruedas. ¿Quién sabe hasta cuándo? Yo reprimía los deseos de llorar. Conversé con ella un rato. Me contó que no estaba asistiendo al colegio porque los niños se burlaban de ella, y eso era demasiado doloroso. En ese momento sentía el dolor en mi corazón como si fuera mi propia hija. Le tocaba su turno para entrar a recibir terapia. Necesita hacerse una Resonancia Magnética, un examen costoso. Está pendiente en mi corazón esperando una respuesta de la clínica. 
Otro encuentro,  otra familia, otra historia. Narcisa hace un año tenía su esposo con diabetes y tuberculosis. Tiene a Nicol con Síndrome de Down, y a Lucero con retraso mental, después de haberse caído y golpeado su cabecita contra una piedra. Llevo años caminando con esta familia. Hace dos años atrás Nicol, con Síndrome de Down, tuvo que ser operada de la vista. Ahora ha perdido la visión total de un ojo, pero camina. Hace dos años no caminaba. Lucero, la niña con retraso mental, hace dos años lloraba porque se encontraba fea, y tenía una autoestima muy baja. Hoy la veía toda una señorita sonriendo, y con motivación a luchar. Canta en el coro de la iglesia, y asiste a las actividades. Ayuda a su mamá con el lavado de ropa, y hace collares, pulseras y pantallas (aretes para algunos) para venderlos. Su papá hace un año falleció. Narcisa lucha sola con estas dos niñas para salir adelante. Al salir de aquel lugar no pude contener las lágrimas. Todo el camino fui llorando. Había reprimido todas las emociones en el momento, porque no podía llorar frente a ellos, especialmente Eugenia. Me llevaba en el corazón el dolor de verla en silla de ruedas. La impotencia te embarga el alma, y solo puedes decir: “Jesús en Ti Confío.” Es lo único que te da fuerzas para seguir adelante. Quisieras, con todo el corazón, transformar la vida de cada persona con quien te encuentras. Verlos saludables, felices. Entonces te das cuenta que en ese dolor vive el misterio de Dios. Solo Él puede transformarlo. Dependemos totalmente de Él aunque a veces pensemos que lo podemos solos. Nada se mueve sin su permiso. Somos tan solo instrumentos, siervos inútiles con un gran deseo de servir.
En la noche, durante la catequesis, compartí con los niños que Axel se había ido al cielo. Ahora estos niños oraban por su descanso eterno, pero hubo una niñita que dijo algo tan hermoso, para ser tan niña. Durante su oración le daba gracias a Dios por la vida de Axel. Decía que no debíamos de estar tristes porque la muerte era motivo de alegría, pues se iba a encontrar con Jesús. ¡Dios mío!, si todos pudiéramos mirar la muerte con esta visión. Si al pensar en la muerte nos diéramos cuenta que solo es un paso a la eternidad con un Dios que nos ama más allá de nuestro entendimiento. Un Dios que nos espera al otro lado con sus brazos abiertos para recibirnos. Si tan solo fijáramos nuestra mirada en lo eterno,  mientras caminamos sobre la tierra, el cielo ya fuera una realidad para nosotros, y la espera de la eternidad un gozo. Y no hubiera miedo, y viviríamos mas santamente para estar preparados a ese encuentro de amor. ¡Cuánto aprendemos de los niños! Vamos a tierras lejanas a llevar un mensaje de amor, pero es más lo que recibimos que lo que llevamos.
Al día siguiente tuvimos una campaña nutricional en la explanada. Este evento estaba abierto a todos los que quisieran venir. Un grupo de mujeres, de la comunidad, habían estado cocinando toda la noche para preparar la degustación de alimentos en este evento. Cada plato tenía su receta. La gente venía, degustaba, y luego se llevaba una receta para aprender a preparar los alimentos en sus casas. De pronto voy caminando y me encuentro con Aidé, la mamá de Dair. Le pregunto por su niño, y me dice que lo había dejado solo en la casa en lo que venía a ver si podía buscar algunas recetas. Le digo que vaya por él, y lo traiga, aprovechando así salir de casa y compartir con todos un rato. Al ratito la veo llegar con el niño en brazos. No tiene una silla especial para él. También es muy difícil movilizarlo en silla de ruedas, pues Villa es mayormente arena suelta. No me imagino lo que será ir a todas partes, con un joven de 14 años en brazos, aunque tiene el tamaño de un niñito, pero de igual manera tiene que ser muy duro. La sentamos cerca, y le preparé un plato con todos los purees que encontré para él. Dair ese día se fue a su casa con su estómago llenito. Era difícil alimentarle, pues tiene mucha dificultad para tragar. Solo puede comer cosas licuadas y muy ligeras, y muy despacio. Muchas veces se ahoga, y la comida la devuelve, pero había que intentar. Le han propuesto ponerle una línea para alimentarlo por ella, pero no han querido. Supongo que tienen miedo, o simplemente no saben cómo atenderlo de otra manera. Esto hace que el niño este desnutrido. No sé cuánto tiempo podrá vivir así, pero ruego a Dios que abra el entendimiento de estos padres, que son buenos, para que permitan que los médicos hagan lo más que puedan por él.
Durante la catequesis en la noche vimos una película con los niños sobre el agradecimiento. Estos niños, tengo que decir, que son impresionantes. Tienen un amplio conocimiento de la doctrina de nuestra fe que te dejan de una pieza. Piensas en los niños en E.U. y nada que ver. En E.U. tenemos todo lo material que pueda existir, pero en mi opinión, muy pobre en conocimiento de fe y compartir fraternal. Vas a un país donde el pueblo carece de lo mas básico, pero su espíritu esta lleno de Dios, y como no tienen cosas vanas que llenen espacio, ese espacio esta libre para que lo llene Dios. Es una comparación un poquito dura, pero desafortunadamente para nosotros, real. En mi grupo de niños tenía varias niñas del coro. Luego de ver la película, y compartir el mensaje, le pedí que dibujaran lo que significaba para ellos la luz, la iluminación del Espíritu Santo, por motivo de que acabábamos de celebrar Pentecostés. Durante su ensayo este grupito de niñas comenzó a cantar alabanzas, y durante todo el tiempo que estuvimos reunidos cantaron. Parecían ángeles alabando a Dios. Me encanta la música, y me uní a cantar con ellas. Fue un compartir hermoso lleno de alegría y gozo del Espíritu. En una de las noches, luego de la enseñanza, jugamos un rato con las sillas, y ellas cantaban. Buscaron cancioneros para que todos pudiéramos seguir las canciones. Cada año he experimentado un grupo especial de niños. Siempre tengo algunos nuevos, y otros que vienen año tras año; como también algunos que no he vuelto a ver, pero que siempre están en mi corazón.
Hoy nos íbamos a la casa de retiro con todo un día de vivencias que compartir entre nosotros.
Nace un nuevo día. Nuevamente las visitas con vivencias que marcan tu vida para siempre. Hoy llegábamos a la casa de Roger y José Sebastián. Sus hermanitas estaban yendo a la catequesis de noche, pero hasta entonces supe que eran sus hermanas. Estos dos niños tienen leucemia. Roger de 10 años, y José Sebastián de ocho. Roger nos contaba que ya estaba cansado, y que no quería seguir su tratamiento. Su madre nos conto toda su historia. Era profesora, y al enfermarse Roger tuvo que dejar de trabajar para atenderlo. Al poco tiempo José Sebastián. Sus problemas económicos son mucho, y no tienen como darle frente a esta situación. El programa de nutrición que hemos puesto en práctica esta ayudándoles. Roger necesitaba hacerse unos análisis, pero no había dinero. Todos nos miramos, y dijimos…problema resuelto. Roger se haría sus análisis. Lo grandioso de esta visita fue el testimonio de este niño. A sus diez años estaba conversando con nosotros como una persona grande. Nos conto de la primera vez que estuvo en el hospital. Dice que le habían puesto una línea, y que ya estaba cansado de tantos pinchazos. Oró a Dios que le quitara esa línea. Mientras dormía tuvo un sueño donde veía una luz luminosa, y escucho una voz que le dijo: mañana no tendrás línea. Estarás bien. Al amanecer, y llegar el médico, le quito la línea. El dice que Jesús lo sano. Su fe es más grande que la de ningún adulto. Oramos con él, y su familia. Aproveche el momento para conversar con él, y darle mi testimonio. Le conté sobre mis viajes a Memphis, al Hospital San Judas. De mi niña, como cariñosamente le digo, que hoy es toda una señorita, sobreviviente de cáncer. De su lucha con este mal, y como se acababa de graduar de la universidad con un bachillerato en Bioquímica. De cómo ella también se sentía cansada, pero luchaba por salir adelante, y lo está logrando. Le pedía que nunca bajara sus brazos en la fe, y que confiado en Dios siguiera adelante a pesar de que a veces se sintiera débil. Le conté de mi experiencia con esa luz luminosa. Yo también tuve una experiencia de Dios en un momento determinado de mi vida donde en sueño esa luz me visito. También escuche esa dulce voz hablarme mientras me iluminaba la luz. Una luz más brillante que el sol. Me daba un mensaje donde me pedía que me levantara, buscara mi biblia y leyera Lucas 1:10. Este texto bíblico dice: “Y mientras, el pueblo permanecían afuera en oración”. Hasta el día de hoy espero entender que quiere decir esto para mí, pero me conforta pensar en ese mensaje. Cuando tengo momentos abrumadores recuerdo este momento, y me llena de esperanza. Tengo muchas experiencias así maravillosas. Tendría que escribir un libro para poderlas compartir. Son mi fuerza en los momentos débiles. Dios ha estado grande conmigo y estoy alegre. Roger entendía que lo que el vivió no fue un mero sueño, fue un sueño hecho realidad, porque Dios es real. Yo compartía esa experiencia con él, y aunque muchos no lo entendieran, había aparecido alguien que si lo entendía. Lo entendía por el hecho de haber estado mis últimos 14 años caminando con familias que tienen hijos con cáncer, que han perdido hijos con cáncer, y con familias que siguen luchando. Familias que me han permitido entrar en sus vidas para que camine con ellos. Hoy día muchos de estos niños me dicen tía, y son para mí…familia. De aquí nos fuimos a la casa de Eugenia a hacer limpieza. Mientras parte del grupo limpiaba su casita, yo fui al mercado a buscarle sus zapatos. Me sentía muy mal de la gripe, y no era recomendable estar expuesta a los químicos de limpieza. Aproveche entonces  el momento para resolverle esa necesidad inmediata. Pablo, su hermano, se alistaba para irse al colegio. Al regresar, y traerle sus zapatos, estaba feliz. Solo de ver la sonrisa en su rostro, valía la pena cualquier sacrificio. Una vez más tenía que dejarla sin poder hacer nada. Tenía que dejarla en aquella silla de ruedas.
A la hora del almuerzo, fuimos como de costumbre todos los años, a almorzar a la casa del P. Simón. Es un momento de compartir fraternal y de estar en familia.
En la noche teníamos misa, y luego de misa fui a visitar a Narcisa, la mamá de Nicol (con Síndrome de Down), y Lucero. No podía regresarme a E.U. sin pasar por su casa y estar unos minutos con ella. Le compramos unas bufandas (chalinas para algunos) que ella había hecho. Esto le daba la oportunidad de ganarse un dinerito dignamente. Sentirse útil. Aparte, le di algún dinero como regalo. Quisieras poder vaciarte los bolsillos, y aliviar las necesidades de todos a tu alcance, pero la idea es educar la gente para que se ganen el sustento de la vida, porque luego te regresas y ellos quedan. Mientras estas, los ayudas a poner en práctica sus dones, para cuando tengas que regresarte ellos mismos salgan adelante, sabiendo que siempre cuentan contigo, pero sin crear dependencia. Ya se nos acortaba el tiempo. Compartíamos nuestras experiencias y vendría un día nuevo.
Durante la semana, como mencione antes, había grupos formados, y cada uno de esos grupos era responsable de hacer la oración del día que le había sido asignado. En uno de los días parte de la dinámica de la oración era mostrar hacer sentir amada a una de las personas del grupo, pero en secreto. O sea, hacer un gesto de amabilidad en secreto por alguien. Durante la noche,  mi ángel secreto, me puso una cartita bajo la puerta. Tengo una buena idea de quién es, por su letra, y por el contenido de la carta. La quiero compartir porque es un mensaje hermoso. Dice así:
Luisa, te quiero desear una muy buena noche. Que Dios te acompañe en tus sueños y te siga preparando para las nuevas experiencias, y retos, que vienen con la mañana. Eres una persona muy bendecida, con un corazón rico, con amor y mucha sabiduría. Gracias por compartir tus hermosos dones con todos nosotros. Aquí te regalo una mini reflexión. Un pasaje que es muy especial para mí, y  me gustaría que lo tuvieras.
Con mucho cariño,
Tu ángel secreto
Piensa en María
Si estas con miedo por tu mala vida pasada, si sientes fuertes remordimientos de conciencia, si quizás temes algún castigo, si comienzas a caer en la tristeza, o tal vez en la amarga desesperación…piensa en María.
En tus peligros, en tu tristeza, en tus dudas…piensa en María; llama a María. No la apartes de tus labios. Tenla siempre en el corazón.
Y para conseguir con seguridad lo que ella pide a Dios para ti, sigue sin vacilar los ejemplos de que ella sabes. Siguiéndola iras bien por tu camino. Rezándole tendrás confianza. Si piensas en ella no cometerás errores. Si es ella quien te sostiene, no caerás. Si ella te protege, no temerás. Si la sigues, no te cansaras. Si ella esta de tu parte, triunfaras.
Te darás cuenta por ti mismo con cuánta razón está escrito: “El nombre de la Virgen es María” (San Bernardo, SXII)
Creo que están de acuerdo que es un mensaje hermoso.
Hoy me tocaba hacer la oración de la mañana con tres más de mis compañeros. Hoy dábamos clausura a una semana de oración matinal. Hice una reflexión basada en Is.6:8. Este pasaje bíblico es muy especial para mí. Varias veces he tenido encuentros muy especiales con este pasaje, en sueños, eventos, etc., por lo que lo tomo muy en serio, pues Dios me ha hablado muy claro a través de él. Es un poco largo, pero creo que también vale la pena compartirlo. La intención era poder reflexionar en lo que significaba para cada uno el haber ido a Villa el Salvador. Descubrir el mensaje, que durante toda la semana, se nos había revelado, y discernir la voluntad de Dios en nuestras vidas a través de esta experiencia con Cristo crucificado. Decía P. Pio: En todo pobre está Jesús agonizante; en todo enfermo está Jesús sufriente; en todo enfermo pobre está Jesús dos veces presente.
Dios nos habla a todos al corazón, basta que estemos atentos. Hoy podrán sentirse parte de este momento de oración como si hubieran estado en aquel círculo, a media luz, con las velas encendidas frente al Santísimo. Hoy también Jesús habla a tu corazón. Escúchalo.
Te dije un día ante tu llamado: ¡Heme aquí Señor!, Envíame a mí, yo iré Señor. (Is 6:8) Quiero llevar luz a la oveja ciega y ungir con aceite fresco a la oveja herida de tu redil. Y escuchaste mi respuesta mas no me enviaste, me dijiste: “Estad quieto y conoced que yo soy Dios” (Salmo 46:10)
Porque yo quería correr para dar tu mensaje pero aun no estaba listo: debía ser renovada mi mente y mi corazón.
Me hablaste entonces y dijiste: Pondré primero mi palabra en tu boca, mi amor en tus brazos, mis lágrimas en tus ojos, y haré que tus pies no corran para que tengas que escucharme en tu aflicción. Porque debo llegar primero a tu corazón herido, que aun tiene partes de piedra, debido a las experiencias dolorosas de tu pasado. “Yo te daré un corazón de carne” (Ezequiel 36:26), porque yo hablaré a la oveja ciega y herida a través de tu boca y de tus brazos, pero debo poner mi amor, mi palabra, mi consuelo y perdón dentro de ti.
Yo te perdono dijiste, pero debes aprender a perdonarte a ti mismo. Yo destruyo tu orgullo para que puedas también pedir perdón, y te muestro mi misericordia para que la tengas con otros a tu alrededor. Debo liberarte del dolor de tu ayer, y de la ansiedad e incertidumbre que te produce tú mañana, porque te atan y te hacen esclavo. Transformarte y moldearte solo es posible, si aprendes a confiar en mi poder y fidelidad, solo a través de los momentos difíciles.
Permitiste entonces pruebas y más pruebas en mi vida hasta el límite de mi resistencia, pero no resbale porque tú me estabas cuidando.
Tocaste mi área emocional, mis sentimientos; destruisteis mis metas y sueños, y los cambiaste por los sueños de Dios (Is 55:9).
Porque para que yo pudiera consolar a otros debía primero sentir tu consuelo (2 Corintios 1:4). Me consolaste mientras lloraba, y preguntaba incrédulo, porque permitías mi sufrimiento que me impedía servirte porque yo te había dicho: Heme aquí Señor.
Colocaste tu palabra en mi corazón herido, y de mi corazón pasó a mi boca, y derramaste tu amor en mis manos para hacerme tu siervo en las aulas de Dios.
Me estabas preparando en el Ministerio de la consolación y misericordia a la oveja herida, porque escuchaste mi oración cuando dije: Heme aquí Señor.
Me estabas quitando la venda de mis ojos para que pudiera conducir a otros ciegos. Me estabas dando misericordia y palabra de poder para el enfermo, el postrado, el solitario, el carente, y todos los que tú llamas tus pequeños, y que ahora puedo ver cuando recuerdo mi dolor.
Tenías que llenar la vasija que formaste con el barro de mi existencia, me moldeaste, y me llevaste a tus aulas celestiales.
Me diste la cruz de Cristo porque yo tenía que ir al Calvario, y morir a mi yo, para que Cristo resucitara y viviera dentro de mí ser interior. Yo no entendía que me estabas preparando, porque no existe otra forma de entender y sentir el dolor de otros, solo a través del propio dolor.
Por eso ahora comprendo…!Tú hablabas a otros a través del amor porque Tú, Dios, eres amor! (1 Juan 4:8) Encontraste en mi un corazón dispuesto, lleno de debilidades y sufrimiento, mas era el barro perfecto para que tu poder se glorificara, porque tu poder se glorifica en la debilidad (2 Cor 12:9).
Y yo seguía preguntando… ¿Por qué, por qué Señor?...
Mas ahora sé que un porque no existe en la escuela de Dios; un para qué es la pregunta correcta porque responde a los propósitos de Dios.
Mas aunque entienda que soy barro en tus manos me pregunto: ¿Hasta cuándo Señor? … ¿Cuándo terminarán mis pruebas para poder servirte como yo quiero Señor? Y Tú respondes: no es como tú quieras si no como yo quiera, porque yo soy tu Dios.
Y ahora al pasar el tiempo, sigo en la escuela de Dios, mas miro hacia atrás y comprendo que he aprendido tu palabra a través de la aflicción, porque solo el dolor destruye las fortalezas construidas en el ayer y en el pecado: el orgullo, el egoísmo y todo lo que pertenece a mi naturaleza egoncentrista, y que se resiste a morir para que tu vivas.
Hoy cuando veo el cautivo, recuerdo cuando era cautivo. Cuando escucho al que muestra ira, se que está atado a su dolor. Cuando veo la oveja herida, y postrada en una cama, me doy cuenta que tú necesitas mis brazos, y tu misericordia dentro de mí para llevar amor, y el mensaje de salvación.
Porque Tú eres Espíritu (Juan 4:24). Necesitas de una vida dispuesta para que tú uses su boca, sus brazos y sus pies, para ir y venir, pero con una mente y corazón renovado. Necesitas a alguien que entienda que es más bienaventurado dar que recibir. Necesitas a alguien con testimonio para que pueda hablar con convicción y autoridad en el nombre del Señor.
Ahora entiendo que así preparas tú a tus siervos: En el foso de la aflicción.
Sé que todo lo que he escrito, y todo lo que me has dado, puedo darlo sin egoísmo porque no me pertenece; son tus pensamientos, son tus sentimientos, son el instrumento para que tu Santo Espíritu pudra “el yugo de opresión” (Is 10:27) porque ahora tu vives dentro de mí, porque me has hecho tu siervo.
Sé que tú eres soberano y todo lo que permites tiene un propósito en mi vida, y la de otros. Y aun te digo: ¡Heme aquí Señor!...Porque prefiero morir a mi yo para que otros vivan en ti, que vivir para que otros mueran sin tu salvación y consuelo.
Isaías 48:10 “He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción”.
Era necesario cerrar dejando una pregunta que luego tenemos que responder al reunirnos en Miami:
¿Qué has venido  a buscar?
¿Lo encontraste?
Si lo encontraste, ¿qué es?
 Si no, ¿qué piensas qué es?
Cada uno tendremos que responder en nuestro interior estas preguntas, y darle una respuesta a Jesús en nuestro corazón para entonces vivirlo. Esta respuesta se convertirá entonces en nuestra respuesta de amor a un Dios que nos ama sobre todas las cosas. Esto es solo el comienzo de lo que va a ser este día glorioso. Glorioso porque hoy vamos a la clínica donde nos reuniremos con nuestros hermanos Peruanos, y el sacerdote para adoración al Santísimo. ¿Te imaginas? Estaremos todos juntos en adoración. Estamos todos reunidos en el atrio de la clínica. Una luz radiante se filtra a través del cristal de las ventanas, y grandioso en su Trono llega Jesús Sacramentado. Todos nos pones de rodillas a adorar al Señor. El P. Simón dirigía la oración, y de pronto me pasa el micrófono para que yo orara ante Jesús. Mi corazón palpitaba ligero. No tenía previsto que tuviera que orar en voz alta, pero con mis ojos cerrados el Señor me inspiro lo que debía orar. En un segundo se junto el cielo y la tierra, y a los pies de Jesús estaban todas nuestras necesidades, y acciones de gracias, acompañados de cantos de alabanza. A mis manos llegó un papelito con la imagen de Jesús abrazando una niña con la inscripción: Palabras de Jesús: “Y sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.  Me apropio de esa imagen, y quiero pensar que esa niña soy yo. La oración en la hojita dice así: Estoy delante de ti, Espíritu de Amor, que eres fuego inextinguible, y quiero permanecer en tu adorable presencia, quiero reparar mis culpas, renovarme en el fervor de mi consagración y entregarte mi homenaje de alabanza y adoración.
En la meditación que el padre hacía saltaban estas frases de Sta. Rosa de Lima:
Nadie se quejaría de sus dolores y penas que les cae en suerte si supiera las balanzas que se usan para pesar sus gracias.
No se adquieren gracias sin padecer aflicciones.
Su alegría es su dolor sin mascara.
El dolor es la ruptura de la celda que encierra su dolor.
Todas estas frases saltaban frente a mí haciendo eco en mi corazón. Señor, permíteme grabarlas en el corazón para la próxima vez que el sufrimiento me consuma, recordar que ese sufrimiento unido al tuyo se convierte en bendición para mi alma, y el ama de aquellos por quienes los ofrezca. Quisiéramos pasar por este mundo sin sufrimientos. Quisiéramos seguir a Cristo sin cruz, pero no es posible, pues no tendría sentido. Jesús son su crucifixión ganó nuestra salvación, ¿cómo podemos entonces pretender vivirlo sin participar en su pasión?
Llega el momento de retirar el Santísimo. En nuestros corazones queda la paz, y el gozo de haber compartido una hora con El. Ahora comenzaba el compartir. Varias personas de la comunidad, incluyéndome, nos toco hacer alguna actuación para el resto de los que estábamos allí como entretenimiento. Me voluntarizaron para cantar. Siempre estoy cantando. Solo que hoy estaba con gripe, y en verdad nunca había cantado para un público, pero no había manera de decir que no. Había un medico que toca guitarra, y les complací cantándoles “En Mi Viejo San Juan”, que fue la canción de aclamación colectiva. Es lo que deseaban escuchar. Todo para la gloria de Dios.
De ahí nos fuimos a un parque en las afueras de Villa. Un parque precioso, con laguna y mucho verdor. Pasamos un día entre juegos y compartir fraternal. Llegaba entonces la tarde. Los empleados de la clínica nos obsequiaron a cada uno un regalo, y un cálido abrazo. En nuestro grupo habíamos 28 personas. Catorce de ellos eran jóvenes. El sábado tendrían un día de retiro con la comunidad. Estaban buscando leña  seca por el parque para hacer una fogata. A la salida nos hacen esperar para investigar para que necesitáramos todas esas ramas de árboles secos. Fue muy gracioso, pero al fin nos la regalaron, y nos dejaron ir. Nos fuimos entonces a la casa a preparar nuestra última enseñanza de la semana. Yo había planeado hacer tarjetas por el día de los padres. Ese domingo se celebraría el día del padre. Estos niños no tenían regalos materiales para dar a sus papás. Se me ocurrió que hiciéramos tarjetas expresando en ellas el amor que abrigaban en sus corazones por sus papás. ¡Qué bellezas de tarjetas, y cuantas expresiones de amor! Lo había hecho en algún año anterior cuando coincidió el viaje con el día del padre, y había dado muy buen resultado. ¿Por qué no hacerlo otra vez? Hoy ya me despedía de mis niños. Todos los años hacemos una fiesta de clausura de la misión donde asiste toda la feligresía de las tres capillas, y todos los que quieran agregarse, pero por si había algún niño que no pudiera ir, tenía que despedirme entonces. Es el momento más difícil de la misión. Ese adiós, cuando llevas el corazón cargado de tantas emociones. Esta agrega una más, y todavía no es el adiós definitivo por el año; falta todavía la fiesta del domingo.
Llegaba el sábado. Hoy esperaba nuevamente a Carlos para almorzar. En la mañana tendríamos la venta de ropa de las que le hablé al principio. Estuvimos tempranito en el local. Le llaman WaWaWasi. Es un nombre Quechua. No estoy segura lo que significa, creo que es Jardín Infantil. La cola de gente afuera esperando era interminable. Debía de haber alrededor de 300 personas esperando desde muy temprano. Ahí pasamos toda la mañana, y luego nos regresábamos a la casa de retiro a almorzar. Carlos llegó, y almorzamos juntos, luego charlamos un buen rato. Nuevamente surgió el tema del “milagro”. Fue una conversación muy interesante. Más de una persona del grupo tenía ese mismo sentir de no creer en milagros, y otros conflictos interiores en cuestión de doctrina y fe. Fue una bendición tener a Carlos entre nosotros. Es un hombre sumamente humilde y santo. Pronto será sacerdote. Ojalá y Dios me regalara la gracia de acompañarle en su ordenación. Dios dirá.
Luego de Carlos irse, me senté a la mesa con dos jóvenes del grupo a escucharles conversar sobre algunas diferencias de opinión de cómo, y en qué, que más bien seria “en quién”,  se debe enfocar la espiritualidad en su grupo de jóvenes. Tienen un grupo de jóvenes en su parroquia donde el líder se fue, y dejó a dos jóvenes a cargo del grupo. El sacerdote no les visita, y ¿hacia dónde se dirige este grupo? Escuchaba a uno de ellos decir que asistían 100 jóvenes, pero que no se les hablaba de Dios por no asustarlos. Decía que no quería que se fueran. La muchacha le decía que precisamente ella se había ido del grupo porque no sentía que había una espiritualidad profunda, y que estaba dirigido hacia cosas que ella no estaba de acuerdo. Esta joven es miembro de Schoenstatt. Una niña muy convencida de lo que cree. Su dilema estaba en si debía o no regresar al grupo. Pensaba que no le aportaba nada espiritualmente a ella, pero que ella si tenía mucho que dar, claro siempre y cuando se le permitiera compartirlo con los demás. Una vez me dijo un sacerdote: si vas a un grupo en el que no creces mejor no regreses. Compartí  esto con ella, pero me decía: ¿y si me equivoco en no regresar? Tengo mucho que dar. Le dije entonces: si quieres regresar es necesario que tengas dirección espiritual, porque necesitas tener quien te guie, y alimentar tu Espíritu, para poder dar a otros. Muchas veces damos, y damos, y nos quedamos secos porque en el dar se nos olvida que necesitamos alimentarnos nosotros también.
Yo los escuchaba, y me preocupaba esta situación. Conversaba con ellos sobre la importancia de ser firmes en la fe. No importa si a tu grupo viene 1 o 100. Lo importante es que esa persona encuentre a Dios en ese grupo, primero con nuestro ejemplo, siendo otros Cristo para el mundo, pero también es necesario hablar de Él. La palabra de Dios no puede estar ausente, pues sería entonces una reunión social donde vamos a compartir un rato y nada más. Si alguien viene a un grupo de la iglesia de entrada tiene que saber que viene buscando encontrar a Dios. Al menos eso es lo que esperamos. Muchos vendrán a encontrar novia o novio, compañía porque se sienten solos, soluciones a sus problemas, pero en el fondo buscan a Cristo, aunque no lo reconozcan en el momento. Es importante la acogida, pero es imprescindible la Palabra. Es imprescindible la presencia de un sacerdote que les visite, y vea hacía donde está dirigido este grupo. Un grupo seglar no puede dirigirse solo. Les pedí que fueran a hablar con su párroco y le contaran sus inquietudes, y les dejara saber cuánto necesitan de su presencia y de su guía. Les exhorte a buscarse un padre espiritual para ellos, para poder crecer y seguir el camino de la fe. Le dije a la muchacha que podía venir a conversar conmigo cuando quisiera. Pensaba en un documento que había imprimido para leer sobre un libro de María. En la noche se lo daría para que se lo llevara y meditara en el. El libro se llama El Camino del Evangelio de María: Una Jornada de Confianza y Entrega por el Cardenal Carlo Martini, SJ. Pienso que esta joven tiene medio a descubrir que quizás tenga vocación religiosa. Al menos, al conversar un poco con ella, veo que tiene inquietudes de que le pide Dios, y expresa que tiene miedo. El miedo, siento, es a descubrir que en verdad Dios le llama, y que tendría que renunciar a la idea de tener una familia. También de esto hablé brevemente con ella. Le pedí que se diera la oportunidad de descubrir a que Dios le llama, antes de comprometer su vida al matrimonio, pues una vez se case, y vengan los niños, ya no hay vuelta atrás.
En la tarde visitaríamos el Cenáculo. Es un hogar para niños desamparados. Hay varias religiosas de esta Orden, y otras jóvenes que les ayudan. Esta Orden Religiosa nació en Italia. En Torino. Inicialmente el Cenáculo es para rehabilitar adictos. Es el carisma de la Orden, pero en Perú vieron la necesidad de abrir una casa para acoger los niños abandonados, y estas jóvenes, una vez ya rehabilitadas, se les exige, como parte del programa, estar tres años en esta casa hogar cuidando a estos niños bajo la supervisión de las Religiosas. Tienen unos 20+ niños. Algunos recién nacidos,  otros más grandecitos, y otros que han crecido en esta casa. Llegar y abrazar estos niños, y pensar que un día una madre tuvo que renunciar a ellos por la razón que sea, es muy duro. Nadie sabe con cuánto dolor esa madre habrá tenido que renunciar a su hijo(a), y las circunstancias que la llevaron a ello. En medio de todo, son afortunados estos niños por tener esta casa donde se les cuida y se les ama. Nunca podrá remplazar el amor y calor de su familia, pero esta es ahora su familia, la única que conocen. ¡Y con cuanto amor los cuidan! Una de las niñitas había sido abandonada en un basurero, otro bebito nació del del incesto; de dos hermanos. Un jovencito de 13 años que violó a su hermana de 10 años. Otros son bebés que dejan en el hospital, y el gobierno se los entrega a ellas hasta que puedan ser adoptados. Tantas historias, tanto dolor, pero en medio de todo surge la alegría. Conoces estas historias, y el corazón se te vuelve nada, se te oprime y te quedas sin aliento, pero el ver su sonrisa inocente, puedes notar que Dios nunca nos abandona. En medio de las peores circunstancias nace la esperanza. La esperanza de un mañana feliz. Tocas a Dios en cada ser sufriente, sin que esa persona jamás se dé cuenta que Dios te ha revelado su amor de la manera más sutil posible.
De aquí nos vamos a las 3 p.m. a los TaiTakos. Son un grupo de ancianos al que se le provee un lugar donde reunirse, hacer artes manuales, ejercicios, etc. Todos los años preparan una acogida para nosotros. Cada uno hace algo manual para regalarnos. Tenemos una fiestecita con música, comida y baile. Hay una señora muy entrada en edad, que faltándole una pierna, baila con sus muletas. La alegría en sus rostros no tiene precio. Pensaba yo: ojalá, si Dios me da vida para llegar a tantos años, pueda tener un espíritu como estos abuelitos. Seguramente cada uno tiene su historia de dolor, pero que importante es sentirse amado por alguien. La diferencia que esto hace. El respetar la dignidad del ser humano, darle atención, amor y cuidado hace que podamos tener una ancianidad feliz. Tantos ancianos abandonados por sus hijos, y la sociedad. Es por eso que se ha creado este grupo. Anualmente le proveemos los medios económicos para que siga adelante. Un grupo de mujeres locales de la parroquia lo dirigen, y cuidan de ellos como si fueran sus padres. ¡Es hermoso!
Estuvimos visitando el taller de costura, y peluquería que auspiciamos. Varias de las muchachas se hicieron peinados, hechos por las estudiantes, como parte de su ensayo. El tiempo se nos acorta. Hay que regresar a la casa a preparar la fiesta del domingo. Llegaron mis amigas del Centro de Salud San Martín de Porres. Algunas de ellas ya no están con la clínica, y han pasado a verme. Estuve un buen rato conversando con ellas, mientras algunos del grupo preparaban las bolsitas de la fiesta. Estar en aquel cuarto conversando, y compartiendo a solas con ellas, fue maravilloso. El año pasado no pude ir a la misión, y fue muy duro para mí, pero hoy estaba aquí nuevamente con mis hermanas, porque son mis hermanas. Reviviendo tantos recuerdos hermosos, y simplemente compartiendo situaciones de la vida. Llenándolas de ánimo para que sigan adelante sin desmayar; para que luchen por sus sueños, y un mejor mañana. Volver a ver sus niños. ¡Cuánto han crecido! Ya mi corazón se comienza a llenar de tristeza porque el momento de la partida se acerca, pero también de agradecimiento a Dios y alegría, por un año más de bendición.
Nos fuimos a la misa en San Ignacio. Sería la última misa del sábado en Villa el Salvador. Regresaríamos a la casa de retiro para orar, compartir y luego dormir.
Tempranito domingo fuimos a misa. Hoy sería el gran día. Día de sentimientos a flor. Nunca son fáciles las despedidas. Ha sido una semana intensa, de tantas emociones. Semana donde el corazón se ha quedado pedacito a pedacito en cada paso por Villa el Salvador, pero donde se ha llenado de tantos gestos de amor y agradecimiento, de tantos dolores y sufrimientos de tanta gente hermana que sufre, que espera, que aguarda un milagro. Para muchos, después de Dios, somos la esperanza que cambiará el curso de sus vidas. Llega el momento de la fiesta. En toda la semana Dios nos había regalado un clima excepcional. Hasta el sol brilló, pero hoy caía la “garua” (es una llovizna finita) fuertemente. Pareciera que el cielo se diera cuenta que estábamos tristes por la despedida. Yo pensaba en toda la gente que Dios puso en mi camino con quien El me comprometía. ¿Cómo respondería yo a ese compromiso? No puede haber otra respuesta que no sea un sí rotundo... A pesar de la lluvia, llegó mucha gente. Estaba Dair con su mamá. Me ha regalado una bolsita llena de accesorios que ella misma había hecho. Le agradecí por este gesto tan hermoso, pero le pedí permiso para venderlas entre nosotros, y regalarle el dinero. Que por favor lo aceptara como nuestro regalo para Dair. Tenía que pedirle permiso, porque no quería que sintiera que yo no apreciaba su generosidad. Más bien, ese gesto me daba una lección de humildad. Aceptó el dinero con gran alegría. No era justo que yo aceptara todas esas prendas sabiendo con cuanto sacrificio las había hecho. Por otro lado Marta, una joven de 18 años que un auto la atropello el año pasado, y ahora necesita hacerse unas radiografías de la espalda. Vende accesorios que ella también hace para costearse los exámenes. Regrese llena de accesorios, pero cada uno de ellos representa el sacrificio y el dolor de gente humilde. En cada uno hay una historia que contar.
Los niños jugaban, comían palomitas de maíz, algodón. Bailaban y se divertían. Mientras los observaba daba gracias a Dios por permitirnos compartir este momento con ellos. Nosotros proveíamos los medios para esta fiesta, pero la gran lección nos la daban ellos a nosotros…como ser agradecidos en lo poco. Como ser agradecidos con Dios en todas las circunstancias de la vida. Como darle importancia a las cosas que merecen importancia, en vez de tanto quejarnos por insignificancias. Ya la vida no puede volver a ser igual. Una experiencia de misión te enseña a ser humilde. Te reta a responder a Dios en el pobre. Te reta a desprenderte de tus apegos para darte enteramente a su Voluntad. Ya era hora de partir al aeropuerto. Comenzaba la despedida, y los ojos llenos de lágrimas. Hasta un año más, si Dios permite. Les abrazaba, y los abrazos eran interminables. Volvía otra vez, un abrazo más, pero el tiempo se venía encima. En fin, ya no podía mirar atrás. Solo faltaba seguir, y dejar este pueblo en manos de Dios, llevándolos para siempre en el corazón, con la esperanza de volver a un nuevo encuentro. Encuentro con aquellos que hace años nos esperan, y con otros que Dios pondrá en nuestro camino. El compromiso crece, y no ha vuelta de hoja. No se puede ignorar esta realidad una vez Dios te la ha mostrado, y te ha permitido ser parte de ella. Una vez más ha permitido que cale en lo profundo de tu corazón el dolor del pobre, y más, el pobre enfermo que sufre.

Señor, dame un corazón como el tuyo. Un corazón que sepa amar y entregarse por amor. Un corazón que no deje afuera a nadie. Un corazón que se comprometa con el que sufre, sin egoísmos, sin miedos. Toma mis manos, mis pies, mi vida. Llévame donde tú quieras. Hazme tu presencia para aquellos que han perdido la esperanza por falta de alguien que les ame, y atienda sus necesidades. Que nunca el tedio, ni el cansancio me permita olvidar que en tantos rincones del mundo hay alguien con necesidades. Alguien que espera a que yo le abra mis brazos y lo acoja. Alguien que espera encontrarte Señor en mí. Que esos, Señor, que has puesto en mi camino nunca sientan la soledad, ni sufran de lo básico, porque para entonces me abras dado un corazón generoso que lo de todo sin reservas.
María, enséname a ser fiel como tú. A decir si con la confianza que tu dijiste si cuando el Ángel te anuncio que ibas a ser la madre de Jesús. Enséñame a ponderar las vivencias que Cristo me ha regalado en mi corazón, y responder como Isaías cuando Jesús pregunte: ¿A quién enviare, y quien irá por mi? Que yo pueda siempre responder “Envíame a mi Señor”. Isaías 6:8

Testimonio: Luisa Ortega, SFO-Misión 2011




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