Santísima
Virgen María:
Haced que al poner el Señor en mi boca las palabras de David, lleguen al cielo limpias y transparentes, y no manchadas por mis impuros labios, indignos de pronunciarlas.
Haced, Señora, que sea atendida mi oración... Yo os la ofrezco para que Vos se la presentéis al Señor... Purificad mi intención... perdonad las faltas..., y así, al pasar por vuestras purísimas manos, haréis el milagro de transformar mis débiles alabanzas en canto purísimo que recree a Jesús y se digne a escucharme.
Todo lo espero de Vos..., pues ¿quién soy yo para atreverme a tanto? Pero si tú intercedes..., entonces me atrevo a todo.
¿Y cómo no me vas a oír, si ya sabes que tu pobre trapense tanto te quiere?
¡Oh dulce! ¡oh Virgen María! Ruega por mí y por todos los pecadores como yo. No te olvides, Madre mía, que aunque el más pequeño, soy tu hijo.
Haced que al poner el Señor en mi boca las palabras de David, lleguen al cielo limpias y transparentes, y no manchadas por mis impuros labios, indignos de pronunciarlas.
Haced, Señora, que sea atendida mi oración... Yo os la ofrezco para que Vos se la presentéis al Señor... Purificad mi intención... perdonad las faltas..., y así, al pasar por vuestras purísimas manos, haréis el milagro de transformar mis débiles alabanzas en canto purísimo que recree a Jesús y se digne a escucharme.
Todo lo espero de Vos..., pues ¿quién soy yo para atreverme a tanto? Pero si tú intercedes..., entonces me atrevo a todo.
¿Y cómo no me vas a oír, si ya sabes que tu pobre trapense tanto te quiere?
¡Oh dulce! ¡oh Virgen María! Ruega por mí y por todos los pecadores como yo. No te olvides, Madre mía, que aunque el más pequeño, soy tu hijo.
26 de abril, día de San Rafael Arnáiz
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