
Pero para los cristianos no existen los hombres extraños. Nuestro prójimo es todo aquel que tenemos ante nosotros y que tiene necesidad de nosotros, y es indiferente que sea nuestro pariente o no, que nos caiga bien o nos disguste, o que sea moralmente digno de ayuda o no.
El amor de Cristo no conoce límites, no se cansa nunca y no se asusta ante la suciedad o la miseria. Cristo vino para los pecadores y no para los justos. Y si el amor de Cristo vive en nosotros, actuaremos como El, e iremos en busca de las ovejas perdidas.
El amor natural busca apoderarse de las personas amadas y poseerlas, si es posible, en exclusividad.
Cristo vino al mundo para recuperar para el Padre la humanidad perdida; y quien ama con su amor, quiere a los hombres para Dios y no para sí.
Sta Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), co-patrona de Europa
9 de agosto, día de su fiesta
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Anímate a comentar.