18 ene 2012

Crónica de la peregrinación a Lourdes

... Una densa neblina cubría la ciudad. Al llegar ante la imagen de la Virgen, rodeada de la densa neblina e iluminada por la luz, parecía que había llegado al cielo. Mi ser estaba lleno de emoción, y apenas podía creer que estuviera allí. Visitamos las capillas que están en el frente del Santuario. Una de las capillas, recién restaurada y dedicada a nuestra Madre de Guadalupe, la otra a Santa Bernadette, y la otra a San Francisco de Asís. Siempre he querido ir a Guadalupe, y estoy en deuda con ella; pero el estar allí, aunque no es Guadalupe, sentí su cercanía.
Fuimos por la borda del rio hasta la Gruta. Me arrodille con gran agradecimiento en el corazón por permitirme llegar hasta ella bien, y acompañada de dos ángeles que puso en mi camino. Si no hubiera sido por ellos no hubiera podido ir a la Gruta de noche, pues Lourdes en este tiempo es completamente desolado. Caminas por las calles y no hay gente. Solo nos encontramos con un señor desamparado, a lo largo del camino, preparando su rinconcito para acostarse.

Entré en la Gruta tras del altar. Toqué la piedra, puse mi mano bajo la piedra a recibir las gotas de agua que de ella salen. Luego de orar un rato en la Gruta fuimos a encender una vela por las intenciones particulares. Queda al costado de la Gruta. Allí puse las intenciones que llevaba en mi corazón, y todas las que me habían encomendado de todas partes del mundo. Las intenciones de mi grupo de oración, En Brazos de María, estaban a los pies de la Virgen.

Luisa Ortega SFO

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