31 ene 2012

Ejercicios Espirituales


Los Ejercicios Espirituales son un proceso de experiencia de Dios para buscar, descubrir y seguir su voluntad


Para lograrlo es necesario recurrir a una pedagogía que permite conocer más personalmente el Evangelio y la persona de Jesús, descubrir cómo enfocar la propia vida en la sociedad actual y ejercitarse en la práctica de la reflexión y del conocimiento propio.


Se trata de una experiencia personal que se realiza con el acompañamiento y guía de una persona experta, que ayuda a discernir y orientar la oración del ejercitante según el Espíritu se va manifestando en él.


San Ignacio  marcó las etapas que el ejercitante ha de atravesar en los EE.:

*La toma de conciencia de uno mismo y de Dios (principio y fundamento);
*El reconocimiento del propio pecado y el perdón de Dios;
*La disposición para el seguimiento de Jesús;
*La contemplación de los misterios de Cristo para mejor conocerle, amarle, seguirle e identificarse con Él en su vida, pasión y resurrección;
*La profundización agradecida en el camino recorrido para disponerse a amar y servir, a buscar y hallar a Dios en todas las cosas de la vida diaria (contemplación para alcanzar amor).



Estas tres notas constituyen esta atmósfera espiritual tan especial que se denomina desierto.

SILENCIO: Dios no está en el bullicio ni en la agitación, se manifiesta en el silencio. El silencio es necesario para poder contactar con Dios. En primer lugar es necesario el silencio exterior, que es la ausencia de todo sonido molesto que impide al alma concentrarse en la oración. Además se requiere el silencio interior o la ausencia de toda preocupación, distracción…evitando de esta manera todo lo que me impida unirme con Dios. 

ORACIÓN: Dice San Alfonso María que sin oración no hay salvación. La oración no es más que tener un trato amistoso con Dios. En los Ejercicios sólo tienen que comunicarse mi alma y Dios, y Dios y mi alma.  El sacerdote es sólo un amable eco del Evangelio. El ejercitante ha de trabajar, meditar, orar, mientras la gracia de Dios penetra hasta la médula del alma.

ABNEGACIÓN: Nuestro Señor Jesucristo nos dice que si no nos negamos a nosotros mismos no podemos ser sus discípulos. San Ignacio nos ayuda a vencer nuestra naturaleza herida por el pecado original con el “agere contra”, que es hacer lo contrario a nuestras tendencias naturales desordenadas. 


“Son días para profundizar sin prisas y a placer en la contemplación de Jesús y de su Reino, para asimilar su doctrina, imitar sus ejemplos y así unirnos a su Persona. Porque tú eres de Él, y a Él le interesas, y Él se ha comprometido a salvarte. Para aquellos que gustan entrar en sí mismos, dedicar a Dios un poco de tiempo con ánimo abierto a la esperanza, de encontrarlo en el propio camino para amarlo y seguirlo cada vez”. 
Juan Pablo II

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Anímate a comentar.